Innovación: creando futuro
El avance del movimiento global por crear soluciones innovadoras que resuelvan eficientemente los actuales desafíos a los que se enfrenta la sociedad no se detiene. Los gobiernos implementan políticas que les permitan ganar competitividad incentivando la inversión en las “industrias del futuro”[1]. Sin embargo, tal vez el primer desafío para quienes desean innovar es precisamente definir innovación y poder articularla a sus organizaciones (Bason, 2018).
Actualmente, la innovación está fuertemente ligada con la creación de valor y la resolución de problemas para la sociedad. Con esta visión, IDEO[2] define a la innovación en su reporte Innovation in Government (2011) como “el proceso de mejorar, adaptar o desarrollar un producto, servicio o sistema para entregar mejores resultados y crear valor para las personas”.
La creación de valor radica en que las soluciones a los problemas -manifestadas en la forma de productos o servicios- resulten: 1) útiles o deseadas por los clientes; 2) factibles, entendiéndose esta factibilidad como la posibilidad técnica de ejecutar la solución; y, finalmente 3) viable, refiriéndose a que la solución resulte sostenible financieramente a través del tiempo. La Ilustración 1 muestra este proceso de creación de valor, también presentado como Design Thinking o metodología de diseño para la innovación basada en el ser humano.
Anualmente, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en conjunto con la Universidad de Cornell y la escuela de negocios INSEAD, elaboran el Índice Mundial de Innovación. Esta publicación se construye con 80 indicadores detallados de los resultados de la innovación en 126 países y economías de todo el mundo considerando aspectos como: la infraestructura disponible, la institucionalidad, la facilidad para hacer negocios, acceso a préstamos, así como el gasto en investigación, y la generación de nuevo conocimiento a través de publicaciones científicas y patentes.
En el año 2018, Ecuador ocupó la posición 97 entre 126 países en base a su desempeño en estos indicadores, destacándose la débil creación de nuevo conocimiento de impacto y las riesgosas condiciones para los empresarios e inversionistas (Cornell University, 2018).
Para comprender algunas de las razones del bajo desempeño para innovar en Ecuador, y en general de los países latinoamericanos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) identificaba -en el año 2010- a la especialización en sectores que utilizan mano de obra y recursos naturales de forma intensiva[3] como principal culpable (OECD, 2016).
En Ecuador, la situación no ha cambiado, para demostrarlo se ha considerado como indicador apropiado el Valor Agregado Bruto (VAB)[4] correspondiente al año 2017 de 24 actividades económicas. El VAB total del año 2017 fue de 70.955.691 miles de dólares (valorado en dólares del año 2007); sin embargo, al seleccionar cuatro sectores económicos que podrían considerarse como intensivos en conocimiento[5], su contribución al VAB solo representa el 5,75% del total. La Tabla 1 detalla la contribución de estos cuatro sectores:
El desafío: crear el ambiente de negocios propicio para la innovación
Las políticas de innovación exitosas deben recaer sobre la creación de ambientes empresariales que atraigan la inversión 1) en tecnología y 2) en capital basado en el conocimiento, de tal forma que permitan a nuevos actores probar nuevas ideas y acceder a mercados (OECD, 2015).
Un ejemplo actual es el alto nivel de aprovechamiento de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) que demuestran cuán importante es la inversión en tecnología para la actividad empresarial, industrial y para la innovación, manifestándose ésta en los desarrollos e implementación de la inteligencia artificial, big data, Internet de las cosas, redes sociales, etc[7].
Por otro lado, al referirse a capital basado en conocimiento, o simplemente activos intangibles, la OCDE se refiere a software, información, métodos, know-how y propiedad intelectual en todas sus formas, lo cual representa un reto para los hacedores de políticas públicas, ya que deberán garantizar una sólida protección que incentive la inversión al otorgar a los creadores una exclusividad temporal del mercado para sus invenciones y que puedan ser aprovechadas para generarle beneficios económicos.
Depende entonces del gobierno establecer las condiciones apropiadas –el ecosistema- para los emprendedores, empresarios e industrias nacionales de tal forma que se incentive la investigación y desarrollo, y que finalmente los beneficios superen a los riesgos de invertir en el país.
[1] El martes 5 de febrero del 2019, el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump durante su discurso del Estado de la Unión (State of Union Address, en inglés), manifestó ante la Cámara de Representantes que se implementará una política de inversión en las “industrias del futuro”.
[2] IDEO es una reconocida empresa dedicada a la consultoría en diseño de productos y servicios fundada en Palo Alto, California (USA) en 1991 por Tim Brown, David Kelly, entre otros; quienes se han convertido referentes en diseño e innovación a través de la metodología del Design Thinking o Diseño basado en el humano.
[3] Los sectores que utilizan mano de obra de forma intensiva son aquellos que absorben y utilizan la mano de obra más plenamente y dependen menos de la sustitución de la mano de obra por la maquinaria y el capital.
[4] El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) define al indicador Valor Agregado, de un determinado periodo, como el valor de la producción de la actividad económica menos el valor del consumo intermedio de la misma. Puede considerarse como un indicador, que luego de ajustes, es equivalente al Producto Interno Bruto (PIB).
[5] La OCDE indica que el término «industrias basadas en el conocimiento» generalmente se refiere a aquellas industrias que son relativamente intensivas en sus insumos de tecnología y / o capital humano. Por lo general, las empresas involucradas en productos farmacéuticos, biotecnología de la salud, nuevos materiales, telecomunicaciones, tecnología de la información, software, equipo médico y aeronáutica se consideran como las industrias basadas en el conocimiento.
[6] La Clasificación Industrial Internacional Uniforme De Todas Las Actividades Económicas (CIIU) es la clasificación internacional de referencia de las actividades económicas productivas utilizada por la mayoría de las economías desde 1948. Disponible en https://unstats.un.org/unsd/publication/seriesm/seriesm_4rev3_1s.pdf
[7] Michael Kratsios, Director Adjunto de Tecnología de Estados Unidos resaltó, el 7 de febrero del 2019, el compromiso gubernamental para que Estados Unidos lidere temas relativos a la inteligencia artificial, tecnología inalámbrica 5G, ciencia cuántica y manufactura avanzada y así asegurar un próspero ecosistema de innovación en los Estados Unidos.
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